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Volví al Templo Mayor, en la Ciudad de México. Y fue como si fuera la primera vez, porque no recordaba nada.
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Como un extranjero que se acerca a los misterios de estas piedras por primera vez. Un extranjero en mi propio país, vaya mierda. Pero así es: fuimos educados de espaldas a la historia. Más específicamente, de espaldas a la ambigüedad histórica a la que nos enfrentan las piedras. ¿Qué podemos saber de los antiguos mexicas? ¿Cómo lo sabemos? ¿A partir de qué fuentes?
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Confieso mi completa ignorancia. Con vergüenza. Apenas tenía idea de quién fue Fray Bernardino de Sahagún.