Ayer leí un poema de Wislawa Szymborska que compartió en Instagram la escritora Irene Vallejo. Me conmovió mucho.
Evidentemente, pienso en Ucrania invadida y en el miedo a que el conflicto escale, pienso en Putin y el botón nuclear, pienso en los desplazados y en los muertos y en las patrias arrasadas.
Así es que lo ilustré. Con ciertos retratos, copiados de ciertas fotos de ciertos hombres antiguos.
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Aquí va el poema completo de Wislawa Szymborska, traducido por David Carrión Sánchez:
Cierta gente
Cierta gente huyendo de otra gente.
En cierto país bajo el sol
y bajo ciertas nubes.
Dejando atrás sus todos respectivos,
campos sembrados, ciertas gallinas, perros,
espejos en los que ahora sólo el fuego se contempla.
Llevan a la espalda hatillos y cántaros
día tras día más pesados, cuanto más vacíos.
El agotamiento de alguien tiene lugar en silencio,
el arrancamiento a alguien de su pan en el tumulto
y el acunamiento del niño muerto de alguien.
Ante ellos un incesante «por aquí no»,
no es ése el puente que necesitan
sobre un río extrañamente rosado.
Alrededor unos disparos, a veces más cerca, a veces más lejos,
en lo alto un avión que parece dar vueltas.
Vendría bien alguna invisibilidad,
alguna oscura pedregosidad,
y aún mejor un no-haber-sido
por un tiempo breve o incluso largo.
Alto todavía ocurrirá, pero dónde y qué.
Alguien saldrá a su encuentro, pero cuándo, quién,
desempeñando qué papel y con qué intenciones.
Si tiene elección,
quizás no quiera ser un enemigo
y los deje con cierta vida por delante.