Un escritor no debería explicar sus textos, a riesgo de que pierdan su efecto. Pero yo quiero jugar a la contra, como ya hice cuando publiqué una serie de cuentos para no explicar mi novela.
Así es que aquí van unos textos que, cuento a cuento, intentan confundir amablemente al personal.
(Mi libro se llama ¿Quién se acuerda del polvo de la casa de Hemingway?, ganó el premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí en 2013 y ha sido publicado por la editorial Paraíso Perdido en México. Se puede comprar aquí.)
Hijos
El cuento pretende desmontar la noción de que un cuento ha de tener un solo núcleo narrativo, a diferencia de la novela. La unidad de efecto, como decía Poe. Por el contrario, he intentado desarrollar una idea que Milan Kundera propone en El arte de la novela: que una novela puede hilar distintas historias alrededor de conceptos. Sólo que, en lugar de novela, yo he querido hacerlo en cuento.
Lo escribí antes de tener hijos. Y tenerlos sólo ha confirmado esa intuición terrible, que es que ser padre implica aprender a vivir con miedo.
Lobas
Es un cuento que vi, mientras seguía a ese hombre que vuelve a la casa de la que lo han echado. Lo vi. Y lo vi en un espacio concreto de mi memoria que nunca revelaré cuál es. Mi trabajo consistió en seguir al personaje por ese lugar y llenar su itinerario de detallitos que satirizan ciertas sectas new age y que esconden las pistas de un horrible crimen, como las novelas de Agatha Christie.
El manuscrito perdido
Este cuento trata del descubrimiento tardío de mi vocación literaria, que es en algún sentido una derivación de una vocación previa. Es el resultado del fracaso de un proyecto narrativo que en mi cabeza estaba vinculado, siguiendo la idea de Kundera de la que ya hablé, con El desierto, el viaje exploratorio del rabino Mardoqueo por el Atlas de Marruecos y 2666, de Roberto Bolaño.
La voz de Valente Piñero es, de alguna manera, lo que me digo cuando la egolatría de la literatura se me sube a la cabeza.
Alison
Pensando en esa idea que también dice el narrador de Hijos a propósito de la tradición cuentística que más me gusta —lo más importante no se dice nunca— se me ocurrió esconder el conflicto entre una madre y su hija en la historia que ven en una pantalla.
También es un homenaje a Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke.
El desierto
Odio el cine de Carlos Reygadas, pero el inicio de la película Japón —un hombre que huye de algo a un sitio remoto— me resuena por lo que sugiere (y que después es traicionado por el tremendismo del director). Este enigma lo mezclé con detalles de El empampado Riquelme, de Francisco Mouat, con referencias a El manuscrito perdido y a mi propia experiencia en el desierto del Sahara, donde una vez padecí una diarrea espantosa.
¿Quién se acuerda del polvo de la casa de Hemingway?
Es una exploración sobre la ridiculez de mis propias pretensiones literarias, por encima de las tareas mundanas. Es también una (otra) exploración sobre las tensiones de pareja, sobre las fantasías destructivas, sobre el poder.
Ave Barrera lo ha leído en clave feminista como una deconstrucción del escritor macho. Mi intención no era tan explícita, por lo que la posibilidad de que sea una proyección inconsciente es absolutamente probable.
Seis preguntas al sensei en turno
Otra serie que intenta desmontar la unidad de efecto en el cuento. En este caso, uso un tono más juguetón, más surrealista. Las referencias a las películas, platillos, libros y canciones que en ese momento consumía entraron como los materiales de los sueños. De paso, me burlo de mi propia pretensión de convertir en gurús a mis ídolos literarios.
Existe una expansión de estos cuentos que originalmente fue publicada en la revista Tres pies al gato.
El caso Pointelín
Este cuento nació de las coberturas que hice como reportero del diario Público con algunos los exguerrilleros que durante el gobierno de Vicente Fox empujaron una Comisión para la Verdad sobre la guerra sucia mexicana. Los relatos de los supervivientes eran una mezcla de rabia por su injusto desenlace, orgullo por su militancia, tristeza por la derrota y culpa por su ceguera quijotesca.
Narrativamente me interesaba explorar estos temas en un relato que, a través del discurso oral de los personajes, se desdobla en varios planos temporales.
Méritos
Es un cuento que explora el clásico problema del amor no-correspondido y la pregunta sin fondo de si hay razones para amar o ser amados. Tiene algo del famoso cuento de Carver, ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? Otro ingrediente en el plato es una historia penitenciaria, como mi novela La caída de Cobra.
El último zumbido de las moscas
Lo único que me interesa de las películas apocalípticas es el paisaje. Como en Akira, por ejemplo. O como en la última escena de El planeta de los simios. O como en algunas meditaciones de W.G Sebald sobre el inevitable derrumbe al que está condenada toda construcción humana. O como en ese plano de The Walking Dead en el que el sheriff cabalga hacia la ciudad por una autopista desierta.
Yo me imaginé un mundo inundado. Lo de las moscas lo leí en un libro de ensayos de Francisco González Crussí, Notas de un anatomista. Lo de Balam es una referencia críptica que sólo entiende quien debe entenderlo.
Llamadas
En 2019 han asesinado a tres periodistas en México; en 2018 fueron nueve.
En algún lugar leí el testimonio de un periodista de nota que terminó obedeciendo a un criminal que lo amenazaba por teléfono, aunque no sabía a qué cartel pertenecía, ni quién era.
El poeta Eduardo Padilla me desenmascaró en privado al descubrir de qué cuento de Hemingway copié el mecanismo que hace funcionar este cuento.
El Olimpo
El cuento tiene un doble origen: por un lado, la recurrente sensación que me viene cuando entro a una buena sobre lo estúpido, pretencioso, vano y ridículo que es publicar un libro nuevo considerando la cantidad de joyas literarias que aún no he leído y que quizá nunca pueda leer; por otro, el minuto 17:40 de la entrevista que Cristián Warnken hizo a Roberto Bolaño en la Feria del Libro de Santiago de Chile en 1999.
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Nota extra
En este blog me referí a las dificultades que tuve para publicar ¿Quién se acuerda del polvo de la casa de Hemingway? como un ejemplo para pensar lo que significa publicar en los tiempos de internet (a propósito de mi lectura de un libro de Michael Bhaskar). Por eso estoy super agradecido con el trabajo que ha hecho Paraíso Perdido. Si vives en México, te invito a que apoyes este gran proyecto editorial comprando el libro directamente en su página web; te lo enviarán a tu casa en menos de tres días.