Vi la última de Paolo Sorrentino, que se llama Fue la mano de Dios.
Me encantó. Es divertidísima, triste, delirante, sencilla, conmovedora, tierna, patética, surrealista. Nadie como Sorrentino para mezclar tantos registros estilísticos y emocionales. Te hace transitar por toda una serie de experiencias durante la película.
Es menos grandilocuente que La Gran Belleza, su obra maestra. Pero es mucho más personal: está basada en sus recuerdos y en su tragedia familiar.
Una gran película. Está en Netflix.