- Escuchar “Under pressure” a capella.
- Esperar bajo el agua a que E. se eche un clavado; verlo caer a la piscina, las burbujas explotando alrededor de su cuerpo.
- Quebrarme la cabeza tratando de entender a McLuhan; creer que lo he conseguido.
- Una entrevista con Selva Almada sobre sus cuentos.
- Natalie Merchant cantando (y haciendo cantar) “Weeping Pilgrim”, un himno protestante que encontró escrito en un libro en la biblioteca del Lincoln Center.
- La forma en que ha evolucionado la web.
- La fuente de Mercurio de Calder; la imposibilidad de apreciar en video el flujo, el movimiento y el brillo: lo efímero.
- Cuando escuché una canción de Lisandro Aristimuño en una lista aleatoria de Spotify, luego escuché la emoción que vibra en el inicio de su disco en vivo, flipé, y me encontré en YouTube con estos videos en estudio y poco a poco fue permeando mi día a día, como aquel día en el que leía sobre el ocaso (o no) del paradigma de los efectos en los estudios de medios masivos de comunicación.
- Un podcast que defiende la aburrición y que me hizo pensar en todas las cosas que imaginé, proyecté, recordé, todas las canciones que aprendí, todo el silencio que respiré, cuando viajaba con mi familia por las carreteras de México en un camper.
- La biblioteca de cuerdas y nudos de José Antonio Portillo, un extraño dispositivo artístico que no es simplemente teatro ni instalación ni literatura oral, sino la suma de todo y más. ¿Transmedia? Puede ser.
- Estoy recuperando la bruma.
- Cuando caminábamos sobre la Rambla del Poblenou después de comer comida china y los niños estaban aburridos, y los hice olvidarse del tiempo improvisando un cuento sobre las cosas que podría guardar en mi bolsillo: a) Una familia de elefantes, b) Un pañuelo mágico en el que se guardaban los mocos de todos los niños de Cataluña desde el siglo XIII hasta la fecha, o c) Los manuscritos del rabino Mardoqueo, un alquimista que vivía en la judería de Fez, que guió a Charles de Foucauld durante su exploración geográfica por el Gran Atlas de Marruecos y que murió poco después en una explosión en su laboratorio de alquimia.
- Un poema de Paul Celan: Donde hay hielo (Wo eis ist).
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