Todo lo importante gira alrededor de este poema: Canto a su amor desaparecido.
El jueves lo escuché, en voz viva, recitado por su autor, Raúl Zurita. Y sin saber cómo, estaba llorando.
En el fondo vibraba todo lo que he escuchado y oído al acompañar a Alicia en la realización de su documental, Retratos de una búsqueda.
Pegado, pegado a las rocas, al mar, a las montañas.
Luego me agripé, dormí una siesta mientras mi hijo también dormía, y al despertar vi en Twitter que el PRI estaba puteando manifestantes, puteando a mis alumnos, amigos, colegas. Y recordé que Ali y su hermana planeaban ir a la FIL, antes de que yo durmiera, y mi angustia sólo se detuvo cuando respondió mi llamada y me dijo que estaban en el Oxxo.
Y después arrestaron a los vándalos, se los putearon como el 28 de mayo de 2004, los arrastraron de las greñas a las camionetas, les dieron toletazos aunque estaban sentados, indefensos.
Y la gente buena condenaba la violencia, decía que con vandalismo no se llega a ningún lado, que qué ganan yendo a la FIL, que sentían pena por los jóvenes bien intencionados, pero que la violencia no lleva a ningún lado, pagan justos por pecadores.
Y el poema de Zurita seguía retumbando y me producía una vibración íntima terrible.
Este post fue publicado originalmente en el blog Índice de Mentiras.