En el video previo hablé de Claus y Lucas, de Ágota Kristof, como el libro que más me había gustado en 2019. Pero no expliqué por qué. En gran parte porque me quedé sin tiempo, en parte porque quería detenerme y analizar con mucho más cuidado las razones.
Este libro me ha cimbrado, la verdad. Ágota Kristof lo escribió en una lengua que no era la suya (el francés), después de verse obligada a exiliarse de Hungría, donde creció. Eso hace que su trabajo con el lenguaje sea como de un niño, sumamente precario, pero también muy preciso.
En el siguiente video hago un análisis de algunos de los aspectos que más me ha llamado la atención:
Más sobre Claus y Lucas
El libro editado por Libros del Asteroide con el título Claus y Lucas en realidad reúne tres novelas que Kristof publicó en 1986, 1988 y 1992, respectivamente, con los títulos El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira.
Durante algunos años estuvieron descatalogados, y ahora han sido reeditados, con lo que nuevo público puede tener acceso a ellos.
El gran cuaderno es el que más me impactó. Es también la novela favorita del filósofo Slavoj Zizek. Está contada desde la primera persona del plural, un nosotros que incluye a los dos hermanos gemelos y que esconde la individualidad de cada uno. Claus y Lucas son una sola voz, una sola identidad y una sola voluntad. Dos hermanos refugiados en casa de una abuela cruel durante la guerra que escriben en un cuaderno lo que les pasa con un estilo deliberadamente objetivo.
En uno de los apartados del gran cuaderno hay esta anotación meta-literaria, que explica el potencial de lo que dice Kristof:
Para decir si algo está “bien” o “mal”, tenemos una regla muy sencilla: la redacción debe ser verdadera. Debemos escribir lo que es, lo que vemos, lo que oímos, lo que hacemos.
Por ejemplo, está prohibido escribir: “la abuela se parece a una bruja”. Pero sí está permitido escribir: “la gente llama a la abuela ‘La Bruja’”.
Está prohibido escribir: “el pueblo es bonito”, porque el pueblo puede ser bonito para nosotros y feo para otras personas. Del mismo modo, si escribimos “el ordenanza es bueno”, no es verdad, porque el ordenanza puede ser capaz de cometer maldades que ignoramos. Escribimos, sencillamente: “el ordenanza nos ha dado unas mantas”.
Así, con este lenguaje anti-sentimental, se cuentan cosas como la guerra, el exterminio de los judíos, el hambre, la violencia sexual, el abuso. Y también la solidaridad, la defensa de los débiles, el amor… El resultado es…