En pleno confinamiento pandémico me vi en la situación a dar un curso universitario de televisión en condiciones muy complicadas. Los alumnos y alumnas tenían que producir un programa. Late Motiv, que se emitía desde la casa de Andreu Buenafuente, fue un ejemplo inspirador. La creatividad para producir con medios tan precarios y el buen humor fueron clave en un momento en el que todos nos sentíamos muy nerviosos.
Creo que esos programas son históricos.
Hace unos días me enteré de que el programa termina. No sé por qué. Disfruté mucho de Late Motiv. Sú único defecto es que era un late show, es decir, que era transmitido muy tarde para mi, a la hora en que ya estaba dormido, semi-dormido o en calidad de bulto.
Últimamente he pensado mucho en la importancia de la comedia. En el arte de hacer reír. Y creo que el talento de Buenafuente no sólo es ser gracioso, sino rodearse de gente graciosa (y actuar como su patiño). Incomparables son Berto Romero, Bob Pop y Raúl Cimas, mis favoritos. Pero también he aprendido a tomarle cariño a Laura Márquez (guionista estrella del programa), a Pere Aznar y a Miguel Maldonado.
Es un grande de la TV. Imagino que encontrará otros lugares.