La semana pasada hice una dinámica en la clase de Conocimiento y cultura, inspirada en una onda que le escuché a Diego Leal: reproducir con papelógrafos, hojas de papel e hilo la dinámica de una red de blogs. Paso uno: los alumnos responden por escrito a una pregunta en un papelógrafo (Formula uno o dos problemas epistemológicos a partir de la ruta temática que has elegido). Paso dos: comentan al pie de los blogs de otros usando un papel más pequeño. Paso tres: pegan un hilo que vincule el comentario en los blogs de los otros con el propio.
Después de uno cuantos intercambios, el salón ya era un desmadre: no podíamos caminar sin tropezar, teníamos que brincar, agacharnos, aventarnos la madeja de hilo entre nosotros.
Mi intención era modelar una pequeña red (eramos 8 personas) para evidenciar cómo el aprendizaje surge a partir de las conexiones que establecemos entre nosotros.
–¿Cómo saben cuál blog es más importante? –pregunté.
— El más comentado –respondió Rodrigo.
— Lo mismo diría Google –dije. En ese momento se me olvidó hablar del efecto camionero para explicar la lógica de Google, pero lo hago ahora: supongamos que estás en la carretera, tienes hambre y de pronto aparecen dos o tres restaurantes. ¿Cuál eliges? El más lleno. Y si hay camioneros, mejor. Como ellos pasan mucho tiempo en carretera, saben cuál es el bueno.
–Según esta red, mi blog es el más comentado –les dije–. ¿Por qué?
–Porque es el mejor escrito –dijo Ana.
–Mmmm, quién sabe… ¿Alguna otra hipótesis?
–Porque eres el profesor.
Entonces conversamos un poco sobre las implicaciones que tiene el poder previo de cada persona en la conformación de una red (en este caso, el prejuicio de que, como soy profe, digo cosas importantes) . Y también reflexionamos sobre los mecanismos de acumulación de capital, que están relacionados con la popularidad: mientras más links conducen a una página, mejor indexado en los buscadores de Google, y mientras mejor posición, más clicks.
–Por eso Wikipedia siempre sale en los primeros lugares –dijo alguien.
Y también hablamos de que las redes pueden condenar a la invisibilidad contenidos de gran calidad por no estar conectados, y saturarnos de información de cosas muy chafas pero que son muy populares. Y de cómo esta lógica trastoca los criterios tradicionales de valoración del conocimiento, que responden a formas de validación de ciertos grupos. El prestigio de Luis Barragán, por ejemplo, tiene que ver con que los arquitectos han valorado su obra y sus aportaciones, y los que no sabemos de arquitectura (como no sabemos de física cuántica o de ingeniería de redes), tendemos a darle crédito a los expertos.
Finalmente hablamos sobre por qué es un problema que casi todos los alumnos actualicen sus blogs a última hora. Aunque desde el punto de vista escolar eso valga (cumplieron con la tarea y se ganaron unos puntos, una estrellita en la frente, un sello de abejita trabajadora), desde el punto de vista de un sistema de aprendizaje en red, esto merma la calidad del aprendizaje: no sólo porque lo hicieron al aventón, sino porque no permite que se tejan más conexiones y, por lo tanto, se reducen los intercambios y el aprendizaje. (Si el aprendizaje es una propiedad emergente de una red, este comportamiento limita el dinamismo de los demás nodos).
Unos días después, mis colegas y yo discutimos este punto, y decidimos hacer una inversión en la lógica del curso: dedicaremos los primeros días de la semana a comentar y a dialogar las publicaciones de la semana previa (lunes, martes y miércoles). Y durante la segunda parte de la semana (jueves, viernes, sábado, domingo), tendrán que leer e integrar los nuevos conceptos en la publicación de un nuevo post.
Esperamos que esto ayude a que la red funcione mejor. A ver qué tal nos va.
Creo que funcionaría mejor. Saludos